¿Qué le diría a la Cristina que acaba de parir a Olmo?
Acabas de vivir una catarsis, y un milagro de la naturaleza. Acabas de hacer un esfuerzo físico, emocional y mental como nunca lo habías hecho antes en tu vida. Acuérdate de respirar. Te enseñaron a respirar en el parto y no en el postparto, pues ahí hay que respirar aún más.
¿Recuerdas cómo llorabas y estabas sin energía después de viajar cuando eras una enana? Seguro que recuerdas aquel verano que con 11 años tus padres te lanzaron un mes a Irlanda a la casa de unos desconocidos. Cuando volviste eras un torbellino emocional, muchas novedades, muchas experiencias, muchas historias que gestionar, y no sabías ni qué, ni cómo, ni por dónde empezar. Pues ahora es lo mismo, bastantes veces multiplicado.
Acuérdate de respirar
Acuérdate de respirar. Déjate descansar. Intenta no exigirte más. Siéntete cómoda en casa, vas a pasar mucho tiempo aquí, es tu hogar. Sí, lo sé, estás acostumbrada a no parar y no sabes lo que es estar tanto en casa, vas a tener que acostumbrarte.
Intenta pedir. Está bien pedir ayuda. Ya sabemos que solas podemos sacar adelante todo, y de verdad, es mucho mejor cuando te atreves a pedir ayuda. No te calles, sugiere, habla, comparte cada pequeño detalle del crecimiento de Olmo, ¡es oro! No, no son tonterías, es tu día a día. Es su hora a hora. Si duerme cinco minutos cada tres horas, si has cambiado 10 pañales (y de tela, Paquita, de tela), si has llorado, si no has comido, si os habéis dormido juntos, si has paseado con Thelma, las 30 veces que ha mamado, sus llantos, las risas y lo divertido que es volver a descubrir todo junto a él. Lo cansada que estás. Que se te olvida. Que estás agotada, y que no sólo es físico, los pensamientos y las emociones están loccas.
Estás en proceso de metamorfosis. Será más o menos un año. Da más la brasa a la médica de cabecera, ir sólo tres veces en nueve meses no es suficiente. La respuesta «tienes depresión postparto, normal, y el cierre de Canguro. Es un gran cambio de vida. No te angusties, es todo normal» no es válida si no va acompañada de ayuda. Necesitas una tribu. Reclama la tribu en las reuniones de lactancia. Tribu de madres y padres.
Nuevos ritmos. Nuevas pausas
Habla de todos los cambios de ritmos, de la desaparición de los horarios, de la desaparición de Cristina. Del cierre de Canguro verde. De que no sabes quién eres. Que tu yo laboral desdibujado te acecha. Simplemente dilo en voz alta. Que no es criar a Olmo, que es la experiencia que querías vivir… es cómo tú no eres más tú, y no entiendes nada. Puede que Vicente empatice diferente que si te quedas ahí triste y callada. Triste y rabiosa. Rabiosa y llorosa.
Está todo bien dentro del gran momentazo vulnerable que estás viviendo. Respira. No tienes que hacer nada más. Salvo pedir ayuda. Y acuérdate de valorarte y amarte. Sin ti, sin tu decisión de ser mamá, nada de esto estaría ocurriendo.
También, recuerda amar y valorar a Vicente y todo lo que aporta. De verdad, lo estás haciendo bien. Tranquila con tu yo profesional, va a volver, y renovado.
Respira y deja que la nueva Cristina se vaya formando.
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